Esta semana tenía pendiente publicar un post diferente, pero sí o sí, tengo que hablaros de lo que viví el pasado fin de semana: mi certificación como facilitadora de disciplina positiva. Veo esta imagen de las sillas vacías, antes de que llegáramos todos, y se me ponen los pelos de punta. Unos tendríamos más expectativas que otros, pero lo que estoy segura es de que ninguno esperábamos que fuese una experiencia tan estupenda.
Por si no lo visteis en redes, el pasado sábado me fui a Madrid, sola, sin los peques, con todo el dolor de mi corazón, pero feliz porque sabía que iba a vivir una experiencia estupenda, lo que no sabía es que sería algo tan grande.
Si tuviera que describir el fin de semana con una palabra sería BRUTAL. Brutal por sentir que no estoy loca, por sentir que existe de verdad una filosofía que encaja con lo que yo quiero aplicar en la educación de mis hijos. Por sentir que hay muchos «locos» como ven a los niños de un modo distinto al que se les venía viendo en los últimos tiempos. En realidad es muy sencillo: son personas, igual que nosotros; pero nos queda mucho trabajo para conseguir que terminemos, de verdad, tratandoles como a iguales.
Se tiene un concepto equivocado de disciplina positiva; disciplina positiva no es un tipo de educación permisiva; sino un tipo de educación respetuosa, una forma de ver la vida, y de educar que tiene en cuenta al niño y lo pone en el lugar tan importante que merece.
Cada vez somos más las personas que sueñan con cambiar el mundo, y poder hacerlo desde abajo, desde el principio, desde los niños y desde su educación; pero para ello primero somos los adultos los que tenemos que formarnos.
La formación en disciplina positiva tendría que ser obligatoria para cualquier persona que, de un modo u otro, se implique en la educación de los niños; sobre todo para padres y educadores. Es algo que debería enseñarse en el instituto, mucho más importante que alguna de las asiganturas que nos hacen memorizar sin sentido, y que luego, con el paso de los años, no nos sirven para nada.
Había hecho ya, hace casi 4 años, un taller en disciplina positiva gracias a Ana Isabel Fraga, que fue el que me cambió la forma de ver las cosas; el que me hizo ser consciente de “la mentira” que hasta el momento nos habían contado respecto a los niños; pero esta certificación ha ido más allá, y ha terminado de abrirme los ojos para ver claro el camino que quiero seguir; ese camino que quiero recorrer junto a mi hijos; ese camino que quiero, y espero, poder mostrar también a muchas otras personas.
Ahora tengo mucho trabajo, hay mucho que interiorizar, mucho que poner en práctica. mucho que leer; por eso no voy a compartir mis conocimientos con vosotros de forma inmediata. Lo haré dentro de un tiempo, cuando de verdad pueda transmitiros las cosas tan intensamente como las he vivido yo ahora.
Si mientras tanto decidís buscar información o formación de otro modo, os recomiendo que lo hagáis de forma consciente, y que os aseguréis de que la persona que imparta dicha formación esté realmente certificada para tal fin, porque en muchas ocasiones hay personas que se aprovechan de un título que llama la atención, pero luego imparten una formación que nada tiene que ver con esta filosofía.
Para empezar, os voy a dejar dos recomendaciones muy especiales, y muy importantes si tenéis niños cerca; se trata de dos lecturas, dos libros imprescindibles: El cerebro del niño de Daniel Siegel, y Educar con cariño y firmeza de Jane Nelsen; me parece un comienzo increíble si tú también quieres cambiar el mundo; si tú también estas cansado de gritar, de enfadarte, si tú también sientes que no te convence la forma en la que, por norma general, educamos a los niños hoy en día.
También podéis apuntaros a mi taller de rabietas infantiles (aquí), el cual os dará herramientas para resolver este tipo de conflictos; venir a uno de mis talleres presenciales relacionados con este tema (de momento en Madrid, Barcelona y Zaragoza), o esperar a que, dentro de unos meses, comience a compartir la disciplina positiva con el mundo, tanto a nivel presencial como online.
Este no será un camino sencillo, pero sin duda es el que he elegido; un camino que ahora sí, acaba de comenzar…