Hace unas semanas organizamos en casa un taller de pintura. A Álvaro no le gusta mucho lo de pintar con pinturas, pero en cambio hacerlo con pincel le encanta. Estuvimos leyendo un libro muy bonito que le regalaron por su cumple llamado «Colores» de Hervé Tullet (os lo recomiendo al 100%) y luego decidimos experimentar con los colores. Sólo necesitáis témperas de las de bote para niños, y paciencia para lo que pueda ocurrir (os tocará lavar y limpiar algo pero sin duda merece la pena).
Nosotros preparamos varios botes de diferentes colores, un par de pinceles, platos de plástico y esponjas para experimentar y una lámina grande.
Mezclamos colores en los platos, luego pintamos en la lámina…
Pero se comenzó a ir la cosa de las manos (y nunca mejor dicho), así que Álvaro decidió pintar en otros lugares que no eran el papel…
Y a mí me vino la inspiración y decidí que sería chulo decorar la cocina; la verdad que quedó chulísima, este fue el resultado.
Al fin y al cabo se puede limpiar con una toallita cuando llegue el momento, y la felicidad del peque cada vez que alguien entraba en la cocina y le enseñaba su creación no tenía precio.
A veces nos agobiamos por cosas que tienen fácil solución; lavadora y un trapo húmedo nos solucionan las manchas que estos talleres de pintura caseros nos puedan traer, y en cambio es una experiencia muy enriquecedora para los niños en todos los niveles: trabajamos los colores, las texturas, los olores, la imaginación, la coordinación motriz, la motricidad fina, la espontaneidad y mil cosas más que aportarán grandes aprendizajes a los peques de la casa.
Y vosotros ¿os animáis con un taller de pintura casero?